Ayn Rand y la ética empresarial contemporánea

Stephen R. C. Hicks

Traducido al español por Fermín Elizalde. Artículo original en inglés y Kindle.

Introducción: los negocios y la sociedad libre

Los defensores de la sociedad libre piensan en los negocios como una parte integral de la sociedad dinámica y progresista que defienden. En Occidente, el surgimiento de una cultura hospitalaria para los negocios ha desencadenado incalculables energías productivas. Los empresarios profesionales han tomado los productos de la ciencia y han revolucionado los campos de la agricultura, el transporte y la medicina. Estos hombres de negocio han tomado los productos del arte y han aumentado dramáticamente nuestro acceso a ellos.

Tenemos más comida, tenemos más movilidad, tenemos más atención médica, tenemos más acceso a obras de ficción, teatro y música de lo que cualquiera podría haber predicho razonablemente hace unos siglos. El resultado de los negocios en el oeste, y más recientemente en partes del este, ha hecho que aumentara enormemente el nivel de vida humana. Hemos pasado, en el espacio de unos pocos siglos, desde un tiempo en el que quizás el 10% de la población vivía cómodamente, mientras que el 90% solo subsistía, a un tiempo en el que el 90% vive más que cómodamente y el 10%  restante vive cerca de la subsistencia. Y no hemos renunciado a ese 10%.

Los intelectuales que estudian la sociedad libre tienen, en los campos de la economía y la política, una buena comprensión de lo que hace esto posible: el individualismo. En economía existe una comprensión bien elaborada de que cuando los individuos autónomos participan en transacciones voluntarias, los bienes, servicios e información fluyen de manera eficiente hacia donde se necesitan. En política, existe una buena comprensión de cómo protegiendo los derechos individuales y limitando el poder del gobierno se previene la arbitrariedad y los límites que suprimen la creatividad e incentivo de los individuos en todas las áreas de la vida. Esto no quiere decir que las teorías individualistas en la economía y en la política hayan sido exitosas; pero han tenido un gran impacto, han tenido y continúan teniendo muchos defensores capaces, e incluso sus oponentes las escuchan con respeto.

Sin embargo, no es la misma situación para el individualismo en la ética. El individualismo en la ética es la tesis del egoísmo: la visión de que el individuo es el estándar de valor, que los individuos son fines en sí mismos. Pero la ética tradicional siempre ha encontrado que el egoísmo es altamente problemático. Entonces, ha encontrado problemáticas las expresiones de egoísmo cuando estas ocurren en forma consistente y en gran escala. El mundo de los negocios es una red de individuos, cada uno con su propia agenda en la vida, cada uno trabajando principalmente para su propio beneficio, y cada uno interactuando con los demás solo si es para su beneficio. El mundo de los negocios es un mundo social gobernado por el interés propio, y las evaluaciones morales del interés propio que determinan las evaluaciones morales del mundo empresarial.

Mi propósito en este ensayo es defender el egoísmo del que depende el mundo de los negocios. Los negocios tratan sobre producción y comercio. La producción es una consecuencia de que los individuos se responsabilicen de sus vidas y ejerzan un juicio racional sobre sus necesidades y cómo satisfacerlas. El comercio es una consecuencia de la voluntad de los individuos productivos de interactuar cooperativamente para mutuo beneficio. Estos principios, responsabilidad, racionalidad, cooperación, son principios básicos en cualquier sistema moral sano y forman los principios básicos del mundo de los negocios.

Por supuesto, no todas las personas en el mundo de los negocios actúan de manera responsable, racional y cooperativa. Esos casos problemáticos son, sin embargo, aberraciones. Los negocios existen y florecen en la medida en que los individuos sean productivos y cooperativos, por lo que la mayor parte de la ética empresarial debe ser sobre qué principios permiten a los individuos funcionar de manera productiva y cooperativa. Pero debido a los problemas que pueden crear los individuos irresponsables, irracionales y poco cooperativos, parte de la ética empresarial trata de cómo los individuos productivos deben resolver los problemas causados por los individuos irresponsables.

Esta tesis, sin embargo, implica una revisión de la ética empresarial actual, ya que los modelos dominantes actuales sostienen lo contrario: que los negocios son, en principio, amorales o inmorales, y el comportamiento ético es la excepción.

Mi tesis es que el núcleo de los negocios es moral, así como el núcleo de cualquier profesión válida es moral: educación, ciencia, arte. La profesión de la educación crea valor: la transmisión de conocimiento de una generación a la siguiente. La profesión de la ciencia crea valor: el descubrimiento de nuevos conocimientos. La profesión del arte crea valor: objetos que expresan y evocan temas importantes de la humanidad. En cada profesión, algunos individuos actúan sin ética. Pero tales individuos, con razón, no son considerados como representantes de la naturaleza de la educación, la ciencia y el arte.

Sin embargo, la mayoría de los especialistas en ética ubican los negocios en una categoría especial y problemática. Al hacerlo, la mayor parte de la ética empresarial contemporánea perjudica a los negocios. Aún peor, las soluciones propuestas están plagadas de consecuencias intencionadas y no intencionadas que a menudo son mucho peores que los problemas que intenta resolver. Así que mi tarea hoy es cuádruple.

  •  Delinear los axiomas de la ética empresarial actual: es decir, que el interés propio y el motivo de lucro no son morales, y que el desinterés es necesario para el comportamiento ético.
  •  Probar las consideraciones éticas y teóricas subyacentes que conducen al rechazo del interés propio y la promoción del desinterés propio: es decir, que la economía es un juego de suma cero y que la naturaleza humana es inherentemente destructiva.
  •  Argumentar que una concepción racional del interés propio resuelve los problemas causados al considerar que la naturaleza humana es destructiva o que la economía es una suma cero. Es decir, que los seres humanos son fines en sí mismos, que los requisitos de producción son primarios en la ética y que la razón aplicada a la producción elimina el escenario de suma cero.
  •  Esbozar lo que una ética de autointerés racional implica para la ética empresarial: es decir, que todas las partes deben ser vistas como agentes responsables que interactúan sólo con los términos mutuamente acordados.

La literatura contemporánea: los negocios como amorales o inmorales

En la literatura actual sobre ética empresarial, los negocios son tomados, en el mejor de los casos, como una empresa amoral, y a menudo la expectativa es que la práctica empresarial sea probablemente inmoral.

La razón de esto es una tesis sostenida casi universalmente en la ética empresarial: las consideraciones morales y las consideraciones que generalmente impulsan a los negocios están en categorías completamente diferentes. Los negocios son impulsados por el interés propio y las ganancias, pero para todos los grandes eticistas de negocios, el interés propio y las ganancias son amorales o inmorales.

Alex Michalos, filósofo y jefe editor de Journal of Business Ethics, escribe: “En la medida en que uno actúa principalmente en aras de aumentar las ganancias, es trivialmente cierto que el interés principal no es hacer lo que es moralmente correcto”.1 El punto de Michalos es que ni siquiera es discutible que la búsqueda de ganancias y el comportamiento moral están en diferentes categorías.

Dos profesores de negocios filosóficamente informados escriben en Academy of Management Review: “Dos puntos de vista normativos son comunes… El primero sostiene que, dado a que los gerentes de nivel ejecutivo son representantes de los accionistas, su principio motivador es maximizar el valor actual de la firma. La segunda (por ejemplo, la teoría normativa de los stakeholders) sostiene que el razonamiento basado en principios morales debe motivar las decisiones de gestión”.2 Aquí contrastamos el razonamiento moral con la maximización del interés propio de los dueños de la empresa.

Amartya Sen, filósofo y economista de Harvard, escribe en un libro sobre la relación entre ética y economía: “La visión de la racionalidad basada en el interés propio implica, entre otras cosas, un rechazo firme a la visión de motivación relacionada con la ética”.3 Aquí contrastamos la motivación basada en el auto interés y motivación basada en la ética.

Al Gini, coautor con el líder en ética empresarial Tom Donaldson:

“Hacer lo correcto porque está de moda o por tu propio interés no cuenta éticamente, incluso si se logran los resultados deseados”.4 Aquí leemos que la ética no está relacionada con el interés propio.

La lista podría extenderse indefinidamente. Vale la pena señalar que las citas anteriores fueron tomadas de autores moderados en ética empresarial, es decir, de aquellos que no se ven a sí mismos como hostiles a los negocios por principio o que desean una regulación gubernamental total de la actividad económica. El punto es simplemente que la separación de la ética y el interés propio es tomada como axiomática en la literatura actual de ética empresarial.

Los participantes en la literatura se dividen entonces en dos grupos:

  •  Los que piensan que la moralidad y el interés propio están en diferentes categorías, pero que no creen que haya un antagonismo general entre los dos.
  •  Aquellos que piensan que la moralidad y el interés propio están en diferentes categorías, y que existe un antagonismo general entre los dos.

Los miembros del primer grupo sostienen que los resultados del interés propio y la consideración moral a veces entrarán en conflicto y otras coincidirán. Entonces el propósito general de la ética empresarial, es hacer que las empresas siempre consideren sus acciones desde una perspectiva moral, además de una perspectiva interesada y, si surgiera un conflicto, estar dispuestos a sacrificar el interés propio.

Los miembros del segundo grupo argumentan que la moralidad es opuesta al interés propio. Por ejemplo, el filósofo Norman Bowie escribe: “La búsqueda consciente del interés propio por parte de todos los miembros de la sociedad tiene el resultado colectivo de socavar los intereses de todos”.5 El experto en ética empresarial Oliver Williams informa sobre la conclusión de una conferencia sobre ética empresarial: “… no habría una solución fácil para los conflictos entre los valores de una sociedad justa y los valores bruscamente opuestos de las corporaciones exitosas.” 6 William Shaw y Vincent Barry, autores de un libro de texto de ética empresarial ampliamente utilizado, escriben: “La moralidad sirve para restringir nuestros deseos puramente egoístas para que todos podamos vivir juntos”.7 En cada caso, el interés propio es el enemigo de la justicia, la moral y el interés colectivo. Nuevamente, la lista de citas podría extenderse indefinidamente.

Para los miembros de este segundo grupo, en consecuencia, el propósito general de la ética empresarial es diferente: es oponerse a las prácticas egoístas de los negocios en nombre de la moralidad, tratar de lograr que las empresas generalmente limiten su búsqueda de ganancias, lograr que las empresas distribuyan de forma más altruista los beneficios que obtengan y fortalecer otras instituciones sociales capaces de oponerse al avance de los intereses empresariales.

La ética empresarial en el contexto de la historia de la ética

En el contexto de la historia de la ética, esto no es sorprendente. La ética empresarial es una disciplina aplicada, y uno esperaría aplicar las teorías éticas dominantes. En Platón y, en menor medida, en Aristóteles, leemos que las preocupaciones prácticas son bajas y vulgares. De ello se deduce que los negocios, como una empresa intrínsecamente práctica, son poco dignos de estima. Dado el lugar de Platón y Aristóteles en el panorama intelectual, tenemos una explicación parcial del desdén que los miembros de la élite cultural siempre han mostrado hacia los negocios.

En Immanuel Kant leemos que hay una dualidad absoluta de motivación moral (deber) y motivación por interés (inclinación): cualquier indicio de interés destruye el valor moral de una acción.8 Pero dado que los negocios están impulsados por intereses, se deduce que los negocios son inherentemente amorales.

En John Stuart Mill leemos que el sacrificio altruista por el colectivo es el estándar de moralidad y que no hay nada peor que alguien interesado principalmente en su propia “individualidad miserable”.9 Pero obviamente los negocios son impulsados por el interés propio en lugar de por el altruismo, por el individualismo en vez del colectivismo, por el fin de lucro en vez del fin del auto sacrificio; Así que los negocios son inmorales o amorales.

En el cristianismo y el marxismo, leemos los mismos temas morales:

El colectivismo y el sacrificio humano. La parábola central del cristianismo es la crucifixión de Jesús que se somete voluntariamente para limpiar a los humanos de sus pecados. La parábola ilustra (1) la necesidad del sacrificio humano: Jesús es fuerte y moral, mientras que los demás son débiles e inmorales, y resolvemos los problemas del débil y del inmoral sacrificando al fuerte y al moral; y (2) el colectivismo: todos los humanos reciben una parte del sacrificio de Jesús, ya sea que lo hayan ganado por su propio esfuerzo o no. (El mismo tema del colectivismo es ilustrado en la doctrina del Pecado Original: la responsabilidad no es individual, sino que todos los humanos cargan con la responsabilidad de las acciones de Adán y Eva).

El eslogan principal del marxismo es “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad” .10 El eslogan ilustra (1) la necesidad del sacrificio humano: algunos humanos son fuertes y capaces, mientras que otros son débiles y necesitados, y resolvemos el problema de los débiles y necesitados sacrificando a los fuertes y capaces; y (2) colectivismo: cada individuo es visto como un activo colectivo, y sus activos se redistribuyen a todos, ya sea que lo hayan ganado o no. Tanto para el cristianismo como para el marxismo, el interés propio y la moral son opuestos.

Así que no es de extrañar que la disciplina de la ética empresarial actual sea simplemente aplicar a los negocios lo que las voces dominantes en la historia de la ética han estado diciendo durante miles de años.

Esto, a su vez, explica por qué los expertos en ética de los negocios tienden a no ser tímidos a la hora de pedir a las empresas que sacrifiquen sus ganancias y por qué la mayoría de los profesionales de las empresas no se sienten cómodos con el tema de la ética empresarial. Los profesionales de negocios se preocupan por su propio interés, por obtener ganancias, y son muy conscientes de que la mayoría de los expertos en ética empresarial, que llevan el manto de la autoridad moral, desaprueban esas cosas o las ponen en la categoría de prioridades más bajas.

La dualidad del interés propio y la moral es tomada como una tesis filosófica general y fundamental en la ética empresarial actual, y es como una tesis filosófica general que debe abordarse y, en mi opinión, rechazarse. Los defensores de los negocios pueden y han gastado una gran energía mostrando que algunas prácticas comerciales de interés propio son tanto productivas como de mutuo beneficio: la formación de corporaciones limitadas, la introducción de futuros “junk” bonds (bonos “basura”) etc. Pero estas demostraciones particulares han hecho poco para disminuir la sospecha general sobre los negocios.

Una analogía con algunas marcas de ambientalismo es útil aquí. Para algunos ambientalistas, la creencia de que nos estamos quedando sin recursos y que los químicos industriales están envenenando todo funciona psicológicamente como verdades generales y axiomáticas. Los científicos y otros expertos pueden refutar un temor particular, por ejemplo, al mostrar que todavía hay mucho petróleo y que Alar es benigno, pero la tesis general se mantiene intacta: el ambientalista todavía está preparado para esperar lo peor y seguirá esperando lo peor, incluso si la siguiente docena de miedos resultan ser infundados. De manera similar, la tesis general de que el interés propio está fuera de la moralidad conduce a una sospecha general del interés propio en los negocios. Por lo tanto, explicar, por ejemplo, que algunos tipos de uso de información privilegiada no son tan malos, ya que no cambiará la opinión de nadie sobre el estatus moral de los negocios: la mayoría de los especialistas en ética todavía estarán preparados para esperar lo peor de la próxima manifestación de autointerés. Es la tesis general sobre el interés propio lo que debe abordarse.

Entonces, ¿por qué los filósofos han puesto tradicionalmente la moralidad y el interés propio en diferentes categorías?

El interés propio como amoral / inmoral

Se argumenta que el interés propio es un problema en los negocios de las siguientes dos maneras. Primero, el motivo de lucro puede llevar a un individuo a dañar a otro, es decir, el interés propio conduce a pecados de comisión. Por ejemplo, un argumento estándar sobre el uso indebido de información privilegiada es que quien la posee está en posición de tomar una ventaja injusta respecto al que no, y su propio interés lo lleva a hacerlo. Segundo, el motivo de lucro puede llevar a los individuos a no ayudar a los menos afortunados, es decir, el interés propio conduce a pecados de omisión. Por ejemplo, el argumento estándar contra las reubicaciones de plantas no es que la empresa esté perjudicando los derechos de los trabajadores; más bien, dado que los trabajadores estarán en una situación más desesperada, una compañía moral estaría dispuesta a renunciar a las oportunidades de ganancias que les ofrecería una reubicación de la planta.

La preocupación de los pecados de comisión es que el interés propio pone a los individuos en desacuerdo con sus obligaciones de no dañar los intereses de otros individuos, y la preocupación de los pecados de omisión es que el interés propio pone a los individuos en desacuerdo con sus obligaciones de ser altruistas. En ambos casos, se considera que la moral requiere del sacrificio propio. Para evitar los pecados de comisión, debo sacrificar la oportunidad de ganar, y para evitar los pecados de omisión, debo sacrificar un activo. En ambos casos, los conflictos de intereses entre individuos se consideran fundamentales. Tomemos por separado los dos tipos de “pecados” del interés propio.

Interés propio y pecados de comisión

En mayor detalle, el argumento de los pecados de comisión es el siguiente:

Comenzamos notando conflictos: empresa versus consumidor (publicidades fraudulentas, precios monopolísticos); empresa versus empleado (contrataciones racistas / sexistas, reubicaciones de plantas); empresas versus otras empresas (fijación de precios, uso de información privilegiada).

Nos preguntamos, ¿qué causa los conflictos? (a) Interés propio: para obtener ganancias, la empresa está dispuesta a engañar a sus clientes, explotar a sus empleados, hacer cosas desagradables a los competidores, dañar el medio ambiente. (b) Debilidad relativa: los consumidores, los trabajadores, algunos competidores, el medio ambiente no están en una buena posición para defenderse.

Luego preguntamos, ¿cuáles son las consecuencias de tales conflictos? El más fuerte prevalece, y el más débil pierde.

Luego generalizamos el problema: el interés propio / el motivo de lucro y la existencia de desigualdades de capacidad y poder causan conflictos de interés y conducen al fuerte a ganar a expensas del débil.

A continuación, ofrecemos soluciones éticas y políticas generales: (a) Ética: exigimos a las empresas que limiten su propio interés, es decir, renunciar a las oportunidades de ganancias; (b) Política: Pedimos al gobierno que regule o imponga restricciones a las empresas; y le pedimos al gobierno que otorgue derechos especiales a las partes más débiles y / o que limite los derechos de la parte más fuerte.

Entonces obtenemos la solución negativa: la ética empresarial se trata principalmente de restringir el interés propio y la búsqueda de ganancias.

El punto de partida de este análisis también es que existen conflictos fundamentales de intereses entre las empresas, los consumidores y los empleados, y entre las mismas empresas. Una vez que los conflictos son permitidos como fundamentales, uno tiene que tomar una decisión basada en principios: ¿es uno pro-empresa (y por lo tanto anti-consumidor y anti-mano de obra), o pro-consumidor y pro-mano de obra (y por lo tanto anti-empresa)?

La pregunta más importante aquí es: ¿Por qué debemos tomar los conflictos de intereses como fundamentales? ¿Cuál es la fuente de esta premisa? Si queremos decir que una verdad general y fundamental acerca de la moralidad es que el interés propio debe sacrificarse o dejarse de lado, entonces debemos aceptar como premisa que, como verdad fundamental y general, los intereses están en conflicto. Entonces la pregunta es: ¿Por qué se considera que existen conflictos de intereses generales?

Dos consideraciones globales sobre la condición humana se han usado tradicionalmente para demostrar que los conflictos de intereses son parte de la condición humana. Una es una premisa sobre psicología y biología humana; La otra es una premisa sobre economía.

Recursos limitados

Veamos primero la premisa económica: la afirmación de que vivimos en un mundo de recursos escasos. El concepto de escasez se utiliza de varias maneras. Una manera bastante neutral es decir que los humanos siempre quieren más de lo que tienen. Esta no es la forma en que se usa para atacar el interés propio. Si el problema es simplemente que queremos más, podemos decir que la solución es producir más. Pero en la ética tradicional, salir de la escasez produciendo no es visto como una opción. La escasez se usa en un sentido maltusiano o de suma cero: no hay suficiente para todos. Esto nos pone en conflicto entre nosotros: tu necesidad de alimentos, por ejemplo, y mi necesidad de alimentos, no pueden ser ambas satisfechas, por lo que uno de nosotros tiene que sacrificarse o ser sacrificado. El problema entonces es decidir quién debería ser.

Esta es la razón de la popularidad de los escenarios de botes salvavidas. Los escenarios de botes salvavidas ilustran lo que a menudo se considera un hecho económico fundamental al que la moralidad tiene que reaccionar: que tu interés propio y mi interés propio están en conflicto fundamental debido a la escasez económica.

Una situación de bote salvavidas nos da una decisión difícil. La elección es actuar de forma estereotípicamente egoísta o actuar de manera altruista. Si pongo mi propio interés primero, tomaré los pasos necesarios para asegurarme de tener suficiente comida y bebida, y así  asegurarme de que sea otro el que muera. Yo gano a expensas de otra persona. Si pongo a los demás primero, voluntariamente me sacrifico por el bien de otra persona. Otros ganan a mis expensas. Por un lado, si todos o cualquiera pusieran su interés personal en primer lugar, se producirá una batalla de todos contra todos, poniendo en peligro la seguridad del bote. Por otro lado, un altruismo incondicional puede resultar en que la única persona con habilidades de navegación se lance por la borda, poniendo en peligro la seguridad del bote. En consecuencia, el argumento continúa, lo razonable es adoptar un punto de vista colectivista: todos debemos dejar de lado nuestros intereses personales y pensar qué es lo mejor para el bote en su conjunto: ¿quién tiene necesidades mayores?, ¿quién tiene más para contribuir a la supervivencia del bote?

Lo que esto implica para la filosofía moral es que el interés propio es peligroso. En un mundo de escasos recursos, el interés propio conduce a una competencia brutal, el daño a los débiles por parte de los fuertes y el peligro de la sociedad en general. Lo que esto implica para los negocios es que las ganancias deben hacerse a expensas de otros. En un mundo de recursos escasos, los negocios son fundamentalmente un juego de suma cero: el motivo de lucro lleva a una competencia brutal; la explotación de los débiles por parte de los fuertes y el empobrecimiento de la sociedad en general.

Según este argumento, entonces, los conflictos de intereses son inevitables debido a una verdad económica fundamental: los recursos son limitados.

Gyges / pecado original / Id

El otro argumento importante para los conflictos de interés se basa en afirmaciones sobre la psicología humana y la biología. Considere las siguientes citas.

Aquí está Brian Medlin, autor de una crítica ampliamente citada del egoísmo ético: “[El egoísta] ni siquiera puede predicar que debe cuidarse a sí mismo y predicar esto solo. Cuando trata de convencerme de que debería cuidarse a sí mismo, está tratando de predisponerme de tal manera que en el momento que se beba mi cerveza y se robe a la esposa de Tom, yo lo apruebe”.11 Aquí está Charles Sykes, un intelectual conservador: “La esencia del desnudo.

La esencia del puro egoísmo es imponer los gustos y disgustos de uno, los prejuicios sutiles y los propios caprichos sobre los demás. La sociedad existe para poner límites al deseo del yo de convertirse a sí mismo en el centro del universo”.12 Aquí hay una cita de Anthony Burgess, un novelista británico contemporáneo bien conocido:

Que el impulso sadomasoquista está en todos nosotros es indudable. Hay una oscura relación neuronal en el cerebro entre el impulso sexual y el deseo de dominación, y la última frase la he dejado ambigua a propósito. Estamos asustados, justificadamente, de dejar que el sadomasoquista se salga de control: es demasiado fácil. Todos somos bastante malos por dentro; lo que cuenta es lo que hacemos fuera.13

Lo que tenemos aquí son afirmaciones de lo que se cree que es la materia prima, la naturaleza humana básica, con la que tiene que lidiar la ética. Somos por naturaleza seres que queremos robarnos unos a otros. Queremos hacernos cornudos los unos a los otros. Somos prejuiciosos, caprichosos y autoritarios. Y, si somos honestos, admitiremos que obtenemos placer sexual al golpearnos y humillarnos mutuamente.

Este ha sido un tema dominante en la historia de los argumentos en contra del interés propio. La mayoría de los principales oponentes filosóficos del interés propio también han defendido una imagen sombría de la naturaleza humana. La moral del Mito de Gyges, argumenta Platón, es que todas las personas tienen un apetito vulgar e ingobernable dentro de sí mismos que solo unos pocos, después de un largo esfuerzo, podrán dominar. La tesis básica del cristianismo es el Pecado Original: todos nacemos destructivos, rebeldes, todos tenemos la marca de Caín el asesino en nosotros. El concepto de la identidad de Sigmund Freud es un conjunto de instintos irracionales y casi incontrolables que nos llevan a querer abusar de nuestro prójimo o, en sus propias palabras, “explotar su capacidad de trabajo sin compensación, usarlo sexualmente sin su consentimiento, apoderarse de sus posesiones, humillarlo, causarle dolor, torturarlo y matarlo. Homo homini lupus.”14

Afirmaciones como estas van al corazón del proyecto de ética. Si estas afirmaciones sobre la naturaleza humana son ciertas, entonces cada individuo está fundamentalmente en conflicto con los demás. Entonces solo tenemos dos opciones. Podemos ser egoístas y dejar libre nuestra naturaleza salvaje. Pero si lo hacemos, entonces, obviamente, la vida será desagradable, solitaria, brutal y corta, y la sociedad civil colapsará. La alternativa es intentar hacer la sociedad civil posible. Este proyecto requerirá una fuerza que se oponga al interés personal, es decir, un código moral que dé prioridad a domar el yo, y a lograr que el yo suprima sus intereses incorporados. Dado que la naturaleza humana no cambia con el tiempo, este proyecto también tendrá que ser continuo: la ética siempre significará la resolución de conflictos de intereses fundamentales, y su solución siempre será el sacrificio o la restricción del interés propio.

Aplicado a los negocios, obtenemos el principio de que es más natural para los individuos el antagonismo y el dominio, que la cooperación y el beneficio mutuo. Los deseos a corto plazo, para obtener ganancias rápidas o poder, serán una tentación constante. Obtenemos, por ejemplo, la visión de negocios defendida por el profesional de marketing Roger Dawson: “Cuando destruyes al tipo que tienes en frente, eso es una negociación. Cuando lo haces agradecerte por ello, es poder”.15

Para que la cooperación y las relaciones a largo plazo puedan existir, la tesis fundamental de la ética empresarial será la supresión del interés propio. La ética empresarial tendrá que estar eternamente vigilante en la búsqueda de formas de frustrar los intentos del interés propio de salirse con la suya.

Ahora tenemos dos argumentos que apoyan la conclusión de que los conflictos de intereses son fundamentales. El argumento sobre los recursos limitados se escucha con mayor frecuencia de los izquierdistas, en concordancia con el énfasis que ponen en los factores culturales por sobre los naturales; y el argumento sobre la naturaleza humana destructiva es escuchada más a menudo por parte de los conservadores, en concordancia con su énfasis tradicional en los factores naturales sobre los culturales. Sin embargo, ambos tienen en común la conclusión acerca del conflicto de intereses y las conclusiones consecuentes de que el interés propio necesita ser limitado y que la ética es la herramienta para lograr esa restricción. Para ambos, en otras palabras, la moralidad y el interés propio están en categorías fundamentalmente diferentes y opuestas.

Interés propio y los pecados de omisión

Encontramos la misma conclusión de conflicto de interés cuando consideramos el argumento sobre pecados de omisión en contra del interés propio. El argumento sostiene lo siguiente:

  •  En la vida, algunos individuos pueden mantenerse a sí mismos y otros no.
  •  Si los capaces no son caritativos con los incapacitados, los incapaces sufrirán o morirán.
  •  Pero el interés propio de los capaces es no sacrificarse por las necesidades de los incapaces.
  •  Por lo tanto, los intereses de los capaces están en conflicto con los intereses de los incapaces.
  •  La premisa del altruismo: los intereses de los incapaces son más importantes que los intereses de los capaces.
  • Por lo tanto, los capaces deben sacrificar lo que sea necesario para satisfacer las necesidades de los incapaces.
  •  Por lo tanto, el interés propio es inmoral (vía los puntos 6 y 3 del argumento).

El punto de partida de este análisis es que los intereses de los incapaces están en conflicto con los intereses de los capaces. Si pensamos que este conflicto es fundamental, entonces debemos tomar una decisión basada en principios: dado que solo se puede satisfacer un conjunto de intereses, debemos decidir si sacrificar los intereses de los capaces (como hacen los altruistas) o los de los incapaces (como, por ejemplo, lo hacen Friedrich Nietzsche y los darwinistas sociales). Requerir el sacrificio de los capaces para ayudar a los incapaces es desagradable, pero no tan severo como no requerir dicho sacrificio. Entonces llegamos a la conclusión altruista: las necesidades de los incapacitados deben tener prioridad, y como el interés propio de los capaces se opone a esto, el interés propio debe ser sacrificado.

Una vez más, es una premisa sobre los conflictos de interés lo que es crucial aquí, esta vez al considerar la incapacidad humana como un elemento fundamental al que la ética debe responder. Si consideramos que la necesidad y la incapacidad son fundamentales para la ética, los conflictos de intereses son inevitables y alguien debe ser sacrificado. El altruismo se alía con los más necesitados y, por lo tanto, rechaza el interés propio de los capaces.

Aplicado a la ética empresarial, obtenemos la conclusión general de que la ética empresarial consiste en parte en hacer que las empresas sacrifiquen su propio interés por los intereses de los menos capaces. Tal altruismo lleva a (a) instar a las empresas a redistribuir sus ganancias a las partes con mayor necesidad, y (b) a apoyar la redistribución gubernamental de la riqueza (por ejemplo, mediante impuestos, control de alquileres, salarios mínimos).

Resumir: ¿Por qué conflictos de intereses?

Tres consideraciones, entonces, llevan a la conclusión de que los conflictos de interés son fundamentales. En cada caso, el sacrificio del interés propio se argumenta como un fundamento ético: o se requiere que el yo se limite a sí mismo o que entregue parte de sus activos.

Si tomamos estas tesis de fondo de la teoría ética como verdades generales, recurriremos al campo aplicado de la ética empresarial con las dos siguientes suposiciones:

  1. El negocio se trata de obtener beneficios. Pero sospechamos con anticipación que las ganancias se obtienen a expensas de otros: el negocio generalmente es ganar / perder. Así que el negocio es inmoral en la medida en que es rentable.
  2. El negocio no es altruista en su intención, es decir, el negocio no es perder / ganar. Pero sabemos de antemano que se supone que uno debe ser altruista o al menos que obtiene crédito moral solo a través de los actos altruistas. Así que el negocio es amoral o inmoral.

Consecuencias del dualismo: las desigualdades como target

En todas las teorías éticas más tradicionales, el interés propio es el target de la moralidad, pero es el interés propio de las partes más adineradas, más fuertes, más capaces y más ricas el target especial. La parte más fuerte está en una mejor posición para aprovechar a los más débiles, por lo que es el interés propio de la parte más fuerte el que tiene una necesidad especial de moderación. Es la parte más fuerte la que debe sacrificarse para ayudar a la parte más débil, por lo que es el interés propio de la parte más fuerte lo que debe ser superado. En ambos casos, las desigualdades de poder, capacidad y riqueza tienen un enorme significado moral, y las grandes desigualdades polarizan las obligaciones y los reclamos morales de los fuertes y los débiles. Aquellos que son más fuertes tienen una necesidad especial de moderación, y tienen mayores obligaciones de redistribuir sus recursos a los más débiles. En contraste, aquellos que son más débiles son vistos como especialmente merecedores de derechos adicionales contra el daño por parte de los fuertes, y cuanto mayor es su grado de debilidad, mayores son sus reclamos contra ellos.

En consecuencia, en la mayoría de la ética empresarial actual, el análisis de las relaciones comerciales toma como punto de partida los grados relativos de fortaleza de las partes involucradas. Por ejemplo, considere los siguientes ejemplos de supuestos pecados de omisión:

  • Las grandes corporaciones, que buscan aumentar sus ganancias, reubicarán sus fábricas, dejando a muchas personas desempleadas. Análisis: la corporación es “más fuerte” y los muchos empleados individuales son “más débiles”. Solución: la corporación no debe mudarse, sacrificando así las oportunidades de ganancias pero beneficiando a los empleados.
  • Los bancos, actuando en su propio interés, no otorgan préstamos a personas necesitadas en ciudades del interior, y ejecutan hipotecas impagas de, por ejemplo, personas desempleadas. Análisis: Los bancos son ricos; Los residentes del interior de la ciudad y los desempleados son pobres. Solución: Los bancos deberían sacrificarse por los pobres otorgándoles préstamos de alto riesgo.
  • El interés propio lleva a algunas empresas a no pagar a la mano de obra no calificada más que un salario de subsistencia. Análisis: Los propietarios de empresas son financieramente más fuertes que sus empleados no calificados. Solución: Los propietarios deben sacrificar algunos beneficios por los empleados.
  • Licencia de maternidad: a las empresas no les importarán las necesidades de sus empleadas embarazadas. Análisis: Las corporaciones son más fuertes; Las mujeres embarazadas tienen necesidades especiales. Solución: las mujeres deben recibir una garantía de un puesto una vez que finaliza la licencia de maternidad.

En cada caso, el análisis identifica a una parte más fuerte y más débil y luego requiere un sacrificio de la parte más fuerte para beneficiar a la parte más débil. Se sigue el mismo procedimiento por los supuestos pecados de comisión:

  • Ondas de radio y la comunicación federal del gobierno estadounidense.
  • La tradicional “Doctrina de Equidad” de la Comisión: si no está regulada, las grandes corporaciones de radio (fuertes) manipularán las opiniones políticas del público (débil) al presentar una cobertura sesgada. Solución: El F.C.C. Debe regular el contenido de los medios de difusión para asegurar una cobertura equilibrada.
  •  Medicamentos experimentales (por ejemplo, Laetrile): para obtener ganancias, las compañías farmacéuticas (fuertes) explotarán los temores y la desesperación de los pacientes con enfermedades terminales (débiles). Solución: La Comisión Federal de Comercio y / o la Administración de Drogas y Alimentos del gobierno deben controlar la comercialización de medicamentos experimentales.
  • Fórmula infantil: Las grandes corporaciones occidentales (fuertes) se aprovecharán de las madres pobres, analfabetas y del tercer mundo (débiles). Solución: Presionar a las empresas vendedoras para que limiten las ventas, para que no hagan publicidad, etc.
  • Publicidad de productos de riesgo (por ejemplo, de tabaco, alcohol): Las grandes empresas (fuertes) manipularán los valores y gustos de los consumidores (débiles) a través de la publicidad. Soluciones: regular o eliminar dicha publicidad; o a usar la propiedad de la empresa contra su voluntad para dar mensajes de interés público (por ejemplo, paquetes de cigarrillos canadienses).
  • Alquiler de apartamentos: los propietarios ricos (fuertes) exprimirán a los inquilinos (débiles); Solución: Imponer el control del alquiler para ayudar al inquilino necesitado a expensas del rico que posee propiedades.
  • Uso indebido de información privilegiada: los inversores de Wall Street (fuertes) aprovecharán al pequeño individuo que invierte en Main Street (débil). Soluciones: restringir el uso de información privilegiada; ayudar al pequeño distribuyendo la información del más grande (por ejemplo, las leyes de divulgación)
  • Salarios: Los empleadores (fuertes) explotarán a los empleados (débiles) pagándoles solo salarios de subsistencia. Solución: Establezca un salario mínimo para ayudar al empleado necesitado a expensas del empleador rico.
  • Políticas de contratación: las empresas (fuertes) actuarán como racistas y exitistas con respecto a los empleados potenciales (débiles). Solución: establecer políticas de acción afirmativa que ayuden a los miembros de los grupos con menos recursos a expensas de los miembros de los grupos en mejores condiciones.
  • Seguridad del producto: McDonald’s Corporation (fuerte) venderá descuidadamente café caliente a señoras mayores (débiles) en autos que ni siquiera tienen un lugar seguro para poner una taza. Solución: Hacer cumplir la responsabilidad estrictamente.16 

En cada caso, identificamos una parte más fuerte y uno más débil. Damos por sentado que los intereses de las dos partes están en fundamental conflicto. Luego proponemos soluciones que al menos limitan el interés propio de la parte más fuerte en nombre de proteger a la parte más débil, y en algunos casos sacrifican activamente los intereses de la parte más fuerte para beneficiar a la más débil. Dado que en relación con los consumidores, las empresas son percibidas como la parte más fuerte, la ética empresarial actual se centra en brindarles a los consumidores protecciones adicionales y limitar los poderes de las empresas. Dado que en relación a los empleados, el empleador se percibe como la parte más fuerte, la ética empresarial actual se centra en brindar a los empleados protecciones especiales y limitar los poderes de los empleadores. Dado que en relación con las pequeñas empresas, las grandes empresas se perciben como más fuertes, la ética empresarial se centra en dar un impulso a las pequeñas empresas y en domar a la temida corporación multinacional.

Por lo tanto, obtenemos una ética empresarial que suena como la siguiente: la gran corporación moral dará gran parte de sus beneficios a la caridad; restringirá sus oportunidades de lucro en los países pobres del tercer mundo; Cuando la publicidad será menos persuasiva con respecto al consumidor indefenso; para darle al pequeño la oportunidad de competir, no usará la ventaja de su tamaño; Al tomar empleados, sacrificará alguna rentabilidad si sus empleados lo necesitan. Y si las empresas no sacrifican sus intereses voluntariamente, entonces pediremos al gobierno que las obligue a hacerlo. El gobierno verá que su trabajo es ayudar a los débiles contra los fuertes al otorgarles derechos adicionales, limitar los derechos de los fuertes o transferir la riqueza de los fuertes a los débiles.

La ética empresarial actual se basa así y fomenta una cultura adversaria: empresa versus consumidor, empleador versus empleado, gran empresa versus pequeña empresa, y empresa versus gobierno.

Es contra esta clase de ética que los defensores de la libre empresa han argumentado. Sin embargo, generalmente no lo han hecho atacando directamente a la ética, sino más bien mostrando las consecuencias políticas y económicas imprácticas de interferir en los mercados libres.

Los libertarios y algunos conservadores han argumentado, a menudo bien, que las soluciones propuestas en los casos anteriores socavan el incentivo, violan las libertades de los individuos y los derechos de propiedad, violan el principio de igualdad de derechos, etc. Esto, sin embargo, ha tenido poco efecto en la oposición moral a la empresa libre, ya que la mayoría de los interesados en la ética sostienen que las preocupaciones prácticas son menos importantes que las preocupaciones morales, que el interés que los individuos tienen en su propiedad y su incentivo para adquirir más son meramente intereses propios, y que tales preocupaciones pueden y deben ser limitadas, restringidas y anuladas.

Mientras el interés propio se vea como amoral o inmoral, el argumento de la practicidad del motivo de lucro y los derechos de propiedad tendrá un éxito limitado. Los oponentes pueden llegar a un acuerdo en que los mercados libres son eficientes, pero seguirán estando dispuestos a sacrificar libertades y beneficios individuales, después de todo, son simplemente consideraciones de interés propio, en nombre de consideraciones morales más elevadas.

Lo que se necesita, entonces, es una defensa del individualismo, del interés propio en el campo moral. Hasta que tengamos tal defensa, los pedidos de auto sacrificio, ya sean voluntarios o políticamente forzados, serán la norma en la ética empresarial y en la política regulatoria.

He argumentado que la oposición al interés propio se deriva de considerar que los conflictos de intereses son fundamentales para la ética, y que esto se debe a premisas económicas, psicológicas y biológicas pesimistas. Estas premisas hacen que el interés propio parezca incompatible con la supervivencia humana a largo plazo. Esas son las teorías económicas y psicológicas que debemos abordar.

Aquí me dirijo a la alternativa de Ayn Rand. Rand no siempre ha tenido una recepción positiva por parte de la comunidad ética por varias razones. La principal es que ella defendió el interés personal en voz alta y fervientemente. Para una comunidad de ética comprometida con la opinión de que la moralidad significa restringir y sacrificar el interés propio, esto podría significar una sola cosa: ella debe incentivar a los fuertes a hacer lo que les plazca con los débiles. Esa visión, dada la larga historia de la ética, podría ser rechazada de cuajo.

Pero tal rechazo evalúa la defensa de Rand sobre el interés propio desde un conjunto de premisas sobre la economía y la naturaleza humana que ella rechaza. Ella rechaza la creencia de que la ética comienza tomando los conflictos de intereses como fundamentales. Ella rechaza la opinión de que la ética comienza reaccionando a los recursos escasos; ella rechaza la opinión de que la ética comienza reaccionando a las cosas desagradables que algunas personas quieren hacerse unas a otras; y ella rechaza la opinión de que la ética comienza preguntando qué hacer con los pobres e incapaces.

Los puntos de partida de un filósofo son los que más importan. Entonces, ¿cuáles son los de Rand?

La ética de Ayn Rand

Según Rand, la ética se basa en los requisitos de la vida. Lo que hace posible la vida establece el estándar del bien; lo que socava o destruye la vida es lo malo. La ética está así arraigada en la biología: el hecho de que la vida es condicional. Los valores necesarios para la vida no se alcanzan automáticamente, y como no se logran automáticamente, cada ser humano se enfrenta a una alternativa fundamental: lograr los valores necesarios para la vida o no. Alcanzar los valores sustenta la vida de uno; no hacerlo lleva a la muerte. Pero la consecución de los valores tiene condiciones previas. Cada uno de nosotros tiene que aprender qué valores son necesarios para la vida y qué acciones son necesarias para alcanzarlos, y luego elegir constantemente iniciar dichas acciones. Pero el aprendizaje de estas cosas depende de la elección personal de pensar.17

En resumen, los puntos aquí son:

  • La vida requiere el consumo de valores.
  • Los valores que se consumen deben ser producidos.
  • La producción de valores requiere que actuemos de ciertas maneras.
  • Actuar de esa manera requiere que tengamos conocimiento de qué valores debemos consumir y qué acciones los producirán.
  • Obtener el conocimiento requiere que pensemos y que aprendamos.

O, en breve:

  • La vida depende de valores.
  • Los valores dependen de la producción.
  • La producción depende del conocimiento.
  • El conocimiento depende del pensamiento.18

La clave de cada uno de estos puntos es que son y pueden ser realizados solo por individuos. El individualismo está integrado en la naturaleza de la vida humana.

Comience con el requisito de pensamiento. Solo una mente individual puede pensar, y solo una persona puede iniciar el proceso de pensamiento. Otros pueden ayudarnos enormemente en nuestro proceso de pensamiento proporcionándonos información, guiándonos paso a paso, señalando errores, pero estos otros sólo pueden ayudar. Por mucho que nos ayuden, cada persona es la única que puede pensar por sí misma. Pensar es un proceso individual.

El resultado del buen pensamiento, el conocimiento, reside en las mentes individuales y solo puede ser utilizado productivamente por iniciativa de un individuo. Solo los individuos saben cosas, y solo los individuos pueden poner su conocimiento en práctica. Varias personas pueden tener el mismo elemento de conocimiento en sus mentes, o varias personas pueden decidir trabajar de manera cooperativa en un proyecto que utiliza sus diferentes elementos de conocimiento. Pero la iniciación del proyecto grupal requiere una iniciativa sostenida por parte de los individuos involucrados. Los grupos no hacen cosas; Los individuos en el grupo las hacen.

El resultado de la acción productiva es un valor para ser consumido, usado, disfrutado. Aquí nuevamente, el individuo es la unidad de la realidad. Sólo los individuos son consumidores. Solo los individuos pueden comer una ensalada, disfrutar de una amistad o experimentar el arte. Dos personas pueden compartir una ensalada o una amistad, pero los beneficios se sienten individualmente. Mil individuos pueden escuchar la misma sinfonía, pero son mil experiencias individuales.

En resumen, el caso por el individualismo es que sólo los individuos piensan, sólo los individuos saben, sólo los individuos actúan, y sólo los individuos pueden consumir el producto de sus acciones. En otras palabras, la vida humana es individual. Los individuos son tanto productores de valor como consumidores de valor. Los individuos son tanto el medio de búsqueda de valor como el fin de esa búsqueda de valor. Otros pueden ayudar o intervenir en el proceso pero no puede vivir tu vida por ti.

Estas son las premisas de las que depende el egoísmo. La ética del interés propio se basa en el hecho de que la vida humana es un fenómeno individual, que su mantenimiento es una responsabilidad individual en tres formas fundamentales: los individuos deben pensar, deben aplicar los resultados de su pensamiento de manera productiva y deben consumir los resultados de esas acciones productivas. Por lo tanto, las necesidades del individuo racional y productivo son fundamentales en la ética de Rand.

Elementos de este punto de vista han sido señalados por otros filósofos, economistas y biólogos. Pero nunca han sido reconocidos como fundamentalmente significativos para la ética. Esto se debe a que otros hechos (o supuestos hechos) han recibido prioridad, y en la medida en que a esos otros hechos se les dio prioridad, las necesidades de los productores racionales e interesados en sí mismos quedaron subordinadas. Esos supuestos hechos fueron la conclusión de que los conflictos de intereses son fundamentales y las premisas de que los recursos son escasos, que la naturaleza humana es destructiva y que las necesidades de los incapacitados son prioridad.

Veamos cómo se comparan las afirmaciones fundamentales de Rand con estas otras.

Respondiendo a los recursos limitados

Tomemos el problema de los escasos recursos o la economía de los botes salvavidas. La economía de suma cero es un problema de producción. Si subsistiéramos como lo hacen otros animales, como cazadores y recolectores de un suministro limitado, entonces nuestra situación económica sería esencialmente de suma cero.

Pero por la aplicación de la razón, los humanos son capaces de aumentar la producción neta. Si tenemos razón, entonces la ciencia es posible, y con ella la ingeniería y la tecnología. En otras palabras, la razón hace posible la producción, y no meramente la caza y la recolección. Y si la producción es posible, entonces la economía no es la ciencia de la vida en un bote salvavidas.

Por lo tanto, tomar recursos escasos como un hecho fundamental sobre la vida humana es simplemente falso. Los recursos no están limitados en el sentido que se requeriría para generar conflictos de interés propio. No estoy en conflicto con usted por un suministro limitado de bienes, ya que al pensar y producir puedo aumentar el suministro de bienes. El aumento no se realiza a expensas de otra persona. Si soy un científico que crea un mejor híbrido de maíz, incremento el stock neto de alimentos. Si soy un inventor que mejora la eficiencia de un telar, incremento el stock neto de tela.

Cualquiera que sea mi profesión, es por mi propio interés pensar y producir, como lo es para el interés propio de todos. Aquí hay una armonía fundamental de interés personal, en lugar de un conflicto: el razonamiento y la producción de otros aumenta la oferta de bienes, al igual que la mía, lo que nos permite comerciar para obtener ventajas mutuas.19

(Es un importante punto histórico que la mayoría de las más importantes filosofías éticas se formaron antes del surgimiento de la ciencia y antes de que la Revolución Industrial transformara la capacidad productiva humana. En consecuencia, existía una menor comprensión del poder de la razón y las posibilidades de producción. La producción no se vio como una opción, el enfoque se desplazó al juego de distribución de suma cero.)

Respondiendo a Gyges / Pecado Original / Id

Ahora volvamos a la afirmación tradicional de que los conflictos de intereses son fundamentales porque nacemos con deseos destructivos hacia los otros. Esta afirmación depende de decir que nuestros deseos son primarios, que nuestro carácter está formado por fuerzas que están fuera de nuestro control, que la razón no tiene un papel fundamental en la determinación de nuestros valores y, por lo tanto, de nuestras emociones. Si es verdad que la emoción es anterior y más poderosa que la razón, entonces los conflictos entre individuos y el autocontrol son necesarios. Si, por otro lado, las emociones son consecuentes con la razón, entonces el conflicto no es necesario.

Rand sostiene que los individuos nacen de forma cognitiva, emocional y moralmente tabula rasa, que la razón es primordial para moldear los valores de uno y que las emociones son consecuencias de las elecciones de valor propias. Esto significa que uno no nace predefinido con valores destructivos, lo que significa que es posible configurar el sistema de valores y el carácter. Esto, a su vez, significa que forjar un gran carácter, en lugar de suprimir un mal carácter, es nuestro proyecto ético fundamental: la ética se trata del autodesarrollo más que del autocontrol. Si es así, no hay conflictos inherentes entre los hombres sobre esta base. El interés propio no es el enemigo de la ética si los individuos son capaces de dirigir sus vidas de acuerdo a sus intereses racionales a largo plazo.

Aquí solo tenemos dos conjuntos opuestos de aseveraciones, las tradicionalistas y las de Rand, y un gran conjunto de cuestiones relacionadas con el nativismo y la tabula rasa tendrían que abordarse antes de decidir por uno o por otro. Déjenme enfocarme solo en un tema más limitado. Ya sea que las emociones sean adquiridas o innatas, no obstante, es cierto que muchas personas tienen impulsos destructivos hacia los demás y el hábito de pensar a corto plazo. Incluso si uno está de acuerdo en que a largo plazo un compromiso con la racionalidad y la productividad es el estándar de bien, las oportunidades se presentan de manera que se puede obtener una ganancia a corto plazo a expensas de otra persona y salirse con la suya.

Por ejemplo, supongamos que normalmente eres una persona productiva, pero te encuentras ante la oportunidad de robar $1 millón y salirte con la tuya. ¿Por qué no?

La solución general de Rand es clara: el fundamento ético es que la vida requiere producción. Y así, el compromiso con la producción basado en principios es el núcleo moral. La producción requiere conocimiento, enfrentarse a los hechos, integridad. En un contexto social, la producción y el comercio requieren cooperación, lo que requiere honestidad, justicia, respeto de los derechos de propiedad, cumplimiento de acuerdos, etc. Los ladrones son parásitos en este proceso: no producen, ni ayudan al proceso de producción. Ellos no comercian, ni facilitan el comercio. Los ladrones socavan el sistema de producción y comercio: dañan a quienes hacen posible la producción y el comercio. Así que el robo se descarta por principio.

Pero regresamos a esta particular pregunta: ¿Por qué apegarse al compromiso con la producción a largo plazo si un compromiso a corto plazo con el robo rendirá más?

El problema es poder separar el parasitismo a corto plazo del resto de la vida. La vida de uno es un compromiso a largo plazo, y requiere de un conjunto de principios a largo plazo para guiarla y darle sentido. Quién es uno y lo que uno logra depende de los compromisos a largo plazo. Un ladrón, por el contrario, piensa a corto plazo: puedo salirme con la mía. Tal vez pueda, y tal vez no pueda. Ese no es el problema principal.

Consideremos una analogía con el matrimonio. Un matrimonio es exitoso si ambas partes comparten profundos  intereses y ambas se comprometen a un desarrollo a largo plazo de esos intereses. Supongamos que el esposo en esta relación está ausente en un viaje de negocios y se le ofrece una prostituta por la noche. Sabe que no es probable que su esposa se entere, y que puede practicar sexo seguro por lo que no hay muchas posibilidades de contraer  sífilis. ¿Es de su propio interés ir por ello? Si él está comprometido con el matrimonio, entonces claramente no: dormir con una prostituta destruye la integridad del matrimonio. Pero si no está comprometido con el matrimonio, entonces se perderá todo lo que esas relaciones pueden ofrecer. En cualquier caso, su interés a largo plazo no se logra.

Volviendo a la tentación del robo. La vida de uno y su significado es más profunda y más a largo plazo que el matrimonio, y los principios que lo informan deben ser sostenidos más profundamente. Inyectar el parasitismo en la vida de uno es como inyectar una prostituta en el matrimonio.

La solución al problema de las tentaciones a corto plazo es promover el largo plazo. Esto requiere una identificación racional del interés a largo plazo y los principios de acción necesarios para lograrlo. De esto se trata la ética.

Esto no es lo que ofrece el modelo de conflicto de moralidad como solución al problema de los ladrones. Los ladrones están motivados por el deseo de ganancia, por lo que la moral tradicional condena el deseo de ganancia como tal. Teniendo en cuenta que los individuos son de corto plazo y apasionados, la única solución posible es enseñar moderación. En lugar de decir que el deseo de obtener ganancias es saludable y moral, pero que existen formas adecuadas de ganar, condena lo único que hace posible la vida.

Considere enseñarle de ética a su hijo. Supongamos que su hijo roba, se queja para salirse con la suya o golpea a otro niño para obtener algo. El niño es “egoísta”: cree que robar, lloriquear y golpear son medios prácticos para sus fines. El modelo de restricción tradicional le enseña: Sí, esos son medios prácticos para tus fines, pero debes renunciar a tus fines o a los medios por el bien de los demás. Por el contrario, el modelo egoísta racional le enseña: No, esos no son medios prácticos para tus fines; más bien, la productividad, la amistad y la cooperación son medios prácticos para tus fines.

La diferencia es crucial. Es la diferencia entre enseñar a un niño que la autorrealización es inmoral porque significa pisar a los demás y enseñarle que la autorrealización es una meta digna y que existe una manera racional y no conflictiva de lograrla.

Respondiendo a las necesidades de los no capacitados

Resolver los problemas de los incapacitados recibe menos énfasis en la literatura actual de ética empresarial. El énfasis reciente está más en prevenir los pecados de comisión que en promover la caridad. Cuando la promoción de la caridad o la redistribución obligatoria aparece en la literatura, el argumento es que (a) los intereses de los incapaces tienen prioridad sobre los de los capaces, (b) que la responsabilidad de resolver los problemas de los incapaces recae principalmente en los capaces, (c) que dar caridad es un sacrificio de interés propio, pero (d) que los capaces deben ver sus bienes como pertenecientes a todos los que los necesitan.

De lo que se ha dicho anteriormente, está claro que la ética de Rand rechaza todo lo dicho. Ella rechaza la premisa colectivista: los individuos no son principalmente medios para los fines de los demás. Además, dado que los incapaces dependen de los capaces, las necesidades de los capaces tienen prioridad: los requisitos de producción tienen prioridad sobre los requisitos de distribución. Y la caridad para los momentáneos desafortunados no es necesariamente en contra del interés de uno. Si mi caridad puede ayudar a alguien a recuperarse y convertirse en autosuficiente, me beneficio: cuantos más productores racionales hay en el mundo, mejor voy a estar. La mayoría de los individuos son capaces de ejercer su propia responsabilidad y mantenerse a sí mismos. La caridad se convierte en un problema menor en la ética: se convierte en una cuestión de buena voluntad en lugar de deber, una cuestión de individuos que pueden pagarla ayudando a quienes la merecen en una situación difícil.20

El problema de los incapaces solo crea un conflicto fundamental con los intereses de los capaces si no hay una solución a largo plazo para los problemas de los incapaces. Pero por la mayoría de las razones por las cuales los individuos no pueden mantenerse a sí mismos, las soluciones a largo plazo son posibles. Si el problema son los recursos limitados, la ciencia y la producción son soluciones. Accidentes de la naturaleza, como terremotos e inundaciones, pueden abordarse y recuperarse con bastante rapidez. La pobreza causada por políticas represivas puede resolverse políticamente: la mala política no es una ley de la naturaleza. La incapacidad debida a la pereza personal o al mal juicio es corregible. Esto deja a la pequeña minoría de personas con discapacidades físicas o mentales; para estos individuos la única opción es la caridad de los capaces. Pero, de nuevo, los capaces no existen para servir a los incapaces: la caridad es un acto de buena voluntad, no un deber.21

Conclusión

El corazón de la estrategia de Rand es hacer fundamental el papel de la razón en la vida humana. La razón hace posible la ciencia y la producción, la planificación a largo plazo y el vivir como principio. Son estos los que hacen florecer a los individuos, y son estos los que eliminan la idea de que existen conflictos de intereses fundamentales entre ellos.

El negocio está entonces en la aplicación de cada uno. En los negocios, el individuo moral es el productor: el individuo que es un fin en sí mismo, independiente en pensamiento y acción. Las relaciones sociales morales son interacciones voluntarias de mutuo beneficio de individuos productivos. Las empresas y los consumidores, los empleadores y los empleados son responsables de sí mismos, y comercian para obtener ventajas mutuas. Ninguno está fundamentalmente en conflicto con otro, y ninguno debe ser sacrificado al otro. Dados estos amplios principios no conflictivos, las diferencias sobre los detalles se resuelven mediante la negociación. Los gobiernos hacen cumplir los principios no conflictivos y protegen los contratos negociados.

Los defensores del objetivismo en los negocios reclaman tres cosas:

  • Que el estándar de valor sea el interés propio de cada uno.
  • Que el propósito de los negocios sea conseguir ganancias.
  • Que el propósito del gobierno sea proteger los derechos individuales de la vida, la libertad y la propiedad.

No, no lo son, dicen sus críticos. Al escribir sobre ética, dicen que el interés propio es peligroso para los demás y que además los individuos deben servir desinteresadamente los intereses de los demás. Al escribir sobre negocios, dicen que el fin de lucro es una fuerza peligrosa y destructiva, y que además, una empresa debe verse como un servidor de la sociedad en su conjunto. Al escribir sobre política, dicen que una política de laissez-faire deja a los individuos demasiada libertad para dañarse mutuamente, haciendo que el propósito del gobierno sea redistribuir los activos de la sociedad a favor interés colectivo.

Es la ética del anti interés propio la que ha sido la principal fuente de oposición a los negocios y la sociedad libre. Creo que esto explica el éxito bastante modesto de la estrategia de explicar pacientemente cómo los mercados libres y el motivo de lucro llevan al éxito práctico y cómo el socialismo conduce al fracaso práctico. Todo esto se ha demostrado en teoría y práctica durante 200 años, pero ha tenido poco efecto en la oposición: señalar el éxito práctico del interés propio y el fin de lucro no afectará mucho a quienes ponen la moralidad en una categoría diferente y más importante.

Solo una defensa moral del interés personal, combinada con un entendimiento de la economía de libre mercado y la política liberal clásica, promoverá la sociedad, los negocios libres y su motor económico.

Algunos libertarios y conservadores han hecho bien en promover la economía y la política. Pero necesitamos a Ayn Rand para la ética.

Referencias

1. Michalos, Alex. Society for Business Ethics Newsletter 5:1 (May 1994); p. 6.

2. Quinn, Dennis P. y Thomas M. Jones. “An Agent Morality View of Business Policy.” Academy of Management Review 20:1 (1995), 22‐42; p. 22.  

 3. Sen, Amartya. En ética y economía. New York: Basil Blackwell, 1987; p. 15.

4. Gini, Al. “Speaking With … Al Gini.” Entrevista en Prentice‐Hall Publishing Catalogue, 1995‐1996.

5. Bowie, Norman. “Challenging the Egoistic Paradigm.” Business Ethics Quarterly 1:1 (1991),1‐21; pp. 11‐12. 

6. Williams, Oliver F., Frank K. Reilly, & John W. Houck, eds. 1989. Ethics & the Investment Industry. Rowman & Littlefield; p. 9.

7. Shaw, William y Vincent Barry. Moral Issues in Business. 5th ed. Wadsworth, 1994; p. 16.  

8. Kant, Immanuel. Groundwork of the Metaphysic of Morals.  Translated by H. J. Paton.  Harper Torchbooks, 1964; sections 397‐398.  

9. Mill, John Stuart. Utilitarianism. Hackett Publishing; p. 14. Vea también p. 11 and pp. 14‐16 donde Mill enfatiza repetidamente que el estándar utilitario no es el interés personal sino el interés colectivo, al cual el individuo debería estar dispuesto a sacrificar su vida y su felicidad.

10. Marx, Karl. Critique of the Gotha Program. 1875.  

11. Medlin, Brian. “Ultimate Principles and Ethical Egoism.” Australasian Journal of Philosophy 35:2 (1957), 111‐118.

12. Sykes, Charles. “The Ideology of Sensitivity.” Imprimis 21 (July 1992); p. 4.

13. Burgess, Anthony. “Our Bedfellow, the Marquis de Sade.” In The Norton Reader, 6th ed., p. 510.  

14. Freud, Sigmund. Civilization and Its Discontents. W. W. Norton & Co., 1961; p. 58. Latin translation: “Man is a wolf to man.”   

15. Dawson, Roger. Promotional materials for Nightingale‐Conant Corporation, 1994.

16. En 1992, una anciana compró café en la ventanilla del restaurante McDonald’s (automac). Luego colocó el café caliente entre sus piernas e intentó abrir la tapa. El café se derramó en su regazo; como resultado, se lesionó y demandó a McDonald’s Corporation por no advertirle que el café estaba caliente. El caso llegó a la prensa nacional porque ganó un acuerdo multimillonario de McDonald’s.

17. Rand, Ayn. “The Objectivist Ethics.” In The Virtue of Selfishness. New York: New American Library, 1964; pp.15‐23.

18. “La mente del hombre es su herramienta básica de supervivencia. La vida le es dada, la supervivencia no. Su cuerpo le es dado, su sustento no. Su mente le es dada, su contenido no. Para mantenerse vivo, debe actuar, y antes de poder actuar, debe conocer la naturaleza y el propósito de su acción. No puede obtener su comida sin un conocimiento de la comida y de la manera de obtenerla. No puede construir una zanja, o construir un ciclotrón, sin un conocimiento del objetivo y los medios para lograrlo. Para mantenerse vivo, debe pensar.  (Ayn Rand, Atlas Shrugged. Random House, 1957; p. 1012)

19. Vea también Ludwig von Mises: “La escasez natural de los medios de sustento obliga a todos los seres vivos a considerar a todos los demás seres vivos como enemigos mortales en la lucha por la supervivencia, y genera una competencia biológica implacable. Pero con el hombre, estos conflictos de intereses irreconciliables desaparecen cuando, y en la medida en que la división del trabajo se sustituye por la autonomía económica de los individuos, las familias, las tribus y las naciones. Dentro del sistema de la sociedad no hay conflicto de intereses mientras no se haya alcanzado el tamaño óptimo de la población. Mientras el empleo de manos adicionales resulte en un aumento más que proporcional en los retornos, la armonía de intereses sustituye al conflicto. Las personas ya no son rivales en la lucha por la asignación de porciones de un suministro estrictamente limitado. Un aumento en las cifras de población no reduce, sino que aumenta, la participación promedio de los individuos.” (Human Action, 3rd revised edition, p. 667)

20. Rand, Ayn. “The Ethics of Emergencies.” The Virtue of Selfishness. New York: New American Library, 1964. 

21. Además, si uno realmente se preocupa por ayudar a los pobres, entonces será un defensor enérgico del único sistema económico que ha demostrado ser capaz de generar el superávit económico del que dependen los pobres.

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Este ensayo está basado en una lectura que se dio para la Ayn Rand Society en la Asociación Filosófica Americana, New York, New York, 29 de Diciembre, 1995. Fue publicado primero en el Journal of Accounting, Ethics & Public Policy 3:1 (Invierno de 2003), pp. 1‐ 26.

Stephen Hicks es Profesor en Filosofía, Rockford University, Rockford, Illinois 61108. Su sitio web es www.StephenHicks.org.

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